miércoles, 12 de septiembre de 2007

GAUCIN, LO QUE ESCONDE EL BURKA DE IZHAR 5



LA VISTA GORDA

Asistimos con curiosidad a este desatado frenesí que de pronto le ha surgido a «Izhar» por denunciar construcciones ilegales, sería incluso digno de aplauso si no fuese tan notorio el sesgo que en sus manifestaciones hace.
Por un lado, solo centra sus “denuncias” en dos o tres personas, que seguramente no le caerán muy bien por otras cosas, no porque se hayan construido la casa.
Su reducido ángulo de visión no le permite ver muchas otras construcciones, realizadas en las mismas condiciones, sólo que sus propietarios son personas propias de su séquito o sus simpatizantes, también llamados en el lenguaje vulgar “pelotas”.
Se podrían colgar decenas de fotos con construcciones “irregulares” pero solo serviría para generar odio en sus propietarios, haciéndolos culpables de la permisividad que, de forma malintencionada, han ejercitado los gobernantes en busca del voto imposible.
Por otro, es excesivamente demagógico, manifestar que los vecinos han construido “sin permiso” grandes chalets. Acaso la vista gorda a la que ahora te refieres no era ceguera hace unos meses, porque desde cualquier punto del pueblo se pueden divisar construcciones “irregulares” las cuales han ido contemplándose día a día su evolución sin que “las autoridades” (que estaban entretenidas en otros menesteres) dijesen nada, es más, en algunas su seguimiento lo han hecho “técnicos municipales”.
Defender la construcción irregular es un error porque a medio plazo es muy difícil contentar a todos, pero pretender exigir a quien asume un gobierno que arremeta contra todas las irregularidades que ha cometido su antecesor no deja de ser una tiranía, propia de quien ya no puede usar la razón en su discurso.
Es digno aplaudir esa “vista gorda” siempre que en su ejercicio no se de continuidad a esa mala práctica. Lo hecho, hecho está, siempre que no esté perjudicando los intereses de otros, y a partir de ahora lo justo es caminar “por derecho”
No sería justo que vecinos que con gran esfuerzo y trabajo han construido su casa (“legalmente”, dado que la autoridad municipal se lo ha permitido), viesen ahora su sacrificio reducido a escombro e hipoteca para saciar el despotismo de quien enrabietado por no habérsele permitido continuar con sus hazañas, lanza piedras de fuego contra los mismos a quienes anteriormente les dio el agua, ¡aunque haya sido a cambio de algún voto!